Aunque no soy trabajador por cuenta ajena, e incluso aunque se podría decir que soy empresario, apoyo totalmente la huelga general hoy convocada.
Al margen de la opinión que me merecen las estructuras y formas de funcionar de los sindicatos mayoritarios convocantes, sí creo que como ciudadano es mi deber moral sumar en esta convocatoria: hay motivos de sobra. Más que nunca, más que en ninguna de las anteriores huelgas.
Desde mi modo de verlo, ya no se trata sólo de defender los derechos laborales conquistados con tanto esfuerzo durante tantos años (que no es poco), sino de rebelarse ante la evidente dictadura en la que vivimos, donde el nebuloso y prácticamente invisible poder financiero especulador dicta a los gobiernos que elegimos cómo tenemos que organizarnos económica y socialmente. Para su beneficio, por supuesto.
Se trata de decirle al Gobierno: «No os votamos para servirles a ellos». Y de recordarle, de paso, que su excusa de que «no hay otra opción» es radicalmente falsa. Sí hay otros caminos: tasas a la especulación, control financiero, banca pública, impulso de la economía y la empresa abierta, impulso de la economía social y el emprendimiento social, creación de herramientas para la sociedad civil e inversión pública seria y decidida en Investigación, Innovación y Formación, a mi modo de ver los tres pilares del progreso cuando los beneficios de estas tres patas son públicos.
Zapatero: mentiste. Nos has fallado, ¡vaya si lo has hecho!