Le pedí a Adolfo Estalella unas breves reflexiones para mi artículo sobre la blogosfera (ese que me han encargado y que cuando esté publicado avisaré) y, aunque han llegado tarde porque la pieza ya fue mandada, vale realmente la pena leerlas:
¿Desaparecerán la mayoría de los blogs y quedará sólo lo que hoy es ‘nobleza blogueril’, transformados en profesionales de nanomedios, muchos, pero infinitamente menos que los millones de blogs de hoy en día?
Los blogs no van a desaparecer, de la misma forma que el chat sigue siendo usado, o se metamorfosea en mensajería instantánea, que después se integra en el correo electrónico como hace Google… los blogs han llegado para quedarse, lo mismo que las páginas web personales, uno de los formatos de comunicación personal con bastante solera en Internet. Y por años que sean, nos seguimos haciendo nuestras páginas web personales.
Sólo hay que mirar a MSN Spaces para darse cuenta de que los blogs crecen y crecen. Su número es enorme, aunque las cifras son tan diferentes entre unas estimaciones y otras que uno no sabe cuáles tomar en serio.
El grueso de los blogs estará compuesto por aficionados, gente que escribe con pasión (o sin ella), que experimenta el bloguear como una forma de ser (o que simplemente usa el blog como una herramienta). Pero desde luego yo creo que seguirá habiendo gente muy activa porque el blog, como otros MeMedia, un concepto que describe a la perfección la lógica social de los blogs y otros dispositivos como Flickr, delicious, YouTube, tecnologías que son primeramente personales (me) y después sociales.
Los blogs, como el resto de estos dispositivos que he mencionado, están lejos de ser simplemente un continente para el contenido de texto, video o imágenes. Son sofisticados dispositivos donde lo técnico constituye un elemento esencial. Los blogs no son únicamente a una sucesión de artículos ordenados de forma cronológica inversa, sino que se trata de artefactos para construir vínculos sociales. Esos vínculos sociales se construyen a través de post y de comentarios textuales, pero también mediante enlaces, incluyendo otras tecnologías como Flickr, YouTube, haciendo que nuestros contenidos circulen hacia los lectores, y logrando que esos lectores circulen hacia donde nosotros queremos: hacioa nuestra cuenta en Flickr, hacia nuestros favoritos en Delicious.
La lógica del blog no es una lógica textual. Es una lógica social. Lo social construido y sostenido por la tecnología. Cuando un periódico como El País.com integra en sus noticias elementos como los botones de Menéame o Delicious, se convierte en algo diferente a un periódico de texto. Transforma sus artículos al dotarlos de la propiedad de circular fácilmente por Internet. Viajar fácilmente como favoritos, como objetos que se pueden valorar y votar externamente (en Menéame), etc. La lógica es una lógica diferente a la del artículo como texto. En qué se transforma un periódico cuando toma una decisión así, pues en mi opinión se orientan hacia convertirse en un espacio para lo social. Pero lo social implica siempre el peligro de la controversia y el desorden. Los periódicos que se arriesguen a ello tienen a su alcance la posibilidad de convertirse en el vínculo que mantiene unidos a muchos individuos, en la fuente para sus discusiones cotidianas, su referencia en Internet. Pero tendrán que exponerse también a los peligros que conlleva convertirse en un espacio para lo social. El desorden, verse desafiados, ser testigos de como sus contenidos son re-apropiados, como en ocasiones se les da la vuelta, como se tuerce su sentido. Tendrán que exponerse a ello y delegar en su comunidad, para que sea la comunidad la que mantenga el sentido. Es una apuesta arriesgada, y no sé si los periódicos están dispuestos a ello.
[…] Hace un tiempo, Pau me planteó unas cuantas preguntas sobre le periodismo participativo y reciclo aquellas respuestas porque me vienen al pelo. Lo curioso es que ponía como ejemplo a El País: Le pedí a Adolfo Estalella unas breves reflexiones para mi artículo sobre la blogosfera (ese que me han encargado y que cuando esté publicado avisaré) y, aunque han llegado tarde porque la pieza ya fue mandada, vale realmente la pena leerlas: […]